¿SABÍAS QUÉ?
Qué fácil es poner etiquetas a las personas, ya sea por su apariencia, profesión, edad... Las palabras "madurez" y "vejez" llevan asociadas algunas creencias comunes que, sin embargo, son completamente erróneas. 5 mitos falsos sobre las personas mayores.
1. Las personas mayores tienen mal carácter
Es muy injusto decir que las personas, por el simple hecho de hacerse mayores, desarrollan mal carácter o un comportamiento agresivo, maleducado... ¿Has pensado que, quizá, esas mismas personas ya eran así antes? También pueden estar pasando un mal momento (salud, duelo...) que nada tiene que ver con su edad. ¿Y la gran cantidad de ancianos tranquilos, cariñosos y agradables que nos encontramos?
2. Los mayores son como niños
El triste hecho de que algunas personas, debido a la edad, pierdan ciertas capacidades o se vuelven dependientes no quiere decir que sean "como niños". Los ancianos son valiosos maestros; independientemente de sus facultades actuales, acumulan una vida llena de conocimiento y experiencias que ya quisieran los jóvenes. Y, oye, ¡ellos también tienen derecho a divertirse y a hacer y decir tonterías! Por ello, es realmente humillante que se les reprenda, hable o riña como si fuesen niños.
3. Las personas mayores no tienen deseo sexual
Es totalmente falsa la creencia de que las personas mayores no tienen deseo sexual. La sexualidad varía con los años y la actividad es diferente, pero mantienen el instinto, la necesidad y, salvo problemas excepcionales, plena capacidad.
4. Las personas mayores están tristes o deprimidas
Nada de eso. La tristeza y la depresión tiene que ver con las circunstancias de cada persona, pero no con su edad. De hecho, son muchos los que logran la felicidad plena en su etapa de madurez. La jubilación, los nietos, la experiencia de los años... permiten en muchos casos valorar más la vida, disfrutarla plenamente y ser más optimista y feliz que antes.
5. Los mayores no son guapos o atractivos
La belleza no entiende de edad. Puede que la sociedad en la que vivimos nos haya tratado de enseñar que no existe perfección sin calvicie o sin arrugas, pero está en nuestra inteligencia apreciar el verdadero valor de las cosas y no darle importancia a las irrelevantes y superficiales. Es comprensible que una persona de 20 años no se sienta atraída por una de 70 debido a las diferencias entre ambas (no sólo respecto al aspecto físico), pero cada uno tiene su particular belleza y atractivo, y eso nada, ni siquiera el paso del tiempo, puede arrebatárnoslo.